Llego, y allí estás. Tu sonrisa
ilumina la habitación.
Tu voz, dulce canción
que me regalas cada día.
Y tus ojos, me miran y traspasan
haciendo que muera sin morir.
Enorme abismo, lejanía
insondable que nos separa.
Sólo de lejos, tu luz
puedo admirar, de tu melodía
me llegan ecos, y tus flechas,
estrellas que no puede alcanzar.
Deja que te sueñe, y así
tu luz me llegará, brillante,
para que yo también pueda brillar.
Deja que te sueñe, y así
abismo no habrá, y de un salto
tu sonrisa lograré alcanzar.
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